viernes, 12 de abril de 2013

MUY BIEN... ¡MIERDA!

De lo poco que he leído hasta ahora sobre crianza y educación, nada me ha llamado más la atención que el articulo de Alfie Kohn llamado: Cinco Razones para Dejar de Decir “¡Muy Bien!”


Antes de nacer mi hijo tenia claro que el castigo era algo que no iba conmigo pero veía el refuerzo positivo a través del elogio como algo normal, aconsejable, y por supuesto, no me planteaba que implicaciones podía tener esta práctica en la vida posterior. 
Lo que más me impactó fue verme reflejada en mi día a día,  mis miedos e inseguridades, en ese articulo y la dependencia que tengo hacia el elogio y el reconocimiento. Si de algo estoy convencida es que a través de mi hijo me descubro a mí misma y de la necesidad que tengo de reeducarme. 

Sobre el articulo quiero hacer un pequeño resumen de lo que yo he integrado en mí desde mi experiencia y opinión, por eso espero que no se tenga en cuenta con rigor científico e invite a todos a consultar y leer el articulo, así, cada lector ppdrá formarse su propia conclusión.

1. Manipulando a los niños.
"parecido a las recompensas tangibles – o, para el propósito, castigos – es una forma de hacer algo a los niños para conseguir que ellos cumplan con nuestros deseos. Puede ser efectivo en producir estos resultados (al menos por un tiempo), pero es muy diferente a trabajar con los niños – por ejemplo, entablar una conversación con ellos a cerca de qué es lo que hace a una clase (o a una familia) funcionar sin problemas, o cómo otras personas son afectadas por lo que hemos hecho – o dejado de hacer. Este último enfoque no solo que es más respetuoso si no que no es efectivo para ayudar a los niños a convertirse en personas reflexivas. "
Nunca me había planteado el "Muy Bien" como una manipulación,  esta demasiado integrado en nuestro día a día.  Pero sí es cierto que cuando empecé a tomar conciencia de las veces que le decía a mi hijo muy bien, veía cada vez más clara mi necesidad práctica, y menos presente la emocional de mi hijo. Este punto me hizo pensar...

2. Creamos necesidad en los niños de elogio.
"En lugar de aumentar la auto estima de un niño, los elogiados pueden incrementar su dependencia hacia nosotros. Mientras más decimos “Me gusta la forma en que tú....” o “Muy bien hecho...”, incrementa la dependencia de los niños hacia nuestras evaluaciones, nuestras decisiones acerca de lo que está bien y mal, en lugar de aprender de sus propios juicios".
Este punto personalmente me cayó como una losa, no sé si de pequeña me elogiaron mucho o poco, no lo recuerdo, pero cuando lo leí vi  parte de mi y de mis necesidades habituales en la relación con los otros.
  
3. Robando el placer de un niño.
"Aparte del problema de dependencia, un niño merece disfrutar de sus logros, sentirse orgulloso de lo que ha aprendido a hacer. También merece decidir cuándo sentirse de tal o cual forma. Pero, cada vez que decimos, “¡Muy bien!”, le estamos diciendo al niño cómo sentirse (...)“¡Muy bien!” es una evaluación tanto como lo es “¡Mal hecho!”.
Es entonces cuando comprendí lo importante de tomar nota y estar atento a como abordar los logros de nuestros hijos.

4. Crea perdida de interés, y 5. Disminución del desempeño
"mientras más recompensamos a la gente por hacer algo, más tiende a perder el interés por cualquier cosa que deban hacer para obtener recompensas. Ahora el punto no es dibujar, leer, pensar, crear – el punto es tener el regalo, sea este un helado, un sticker o un “¡Muy bien!”. 
La cuestión es que aunque motivemos la acción lo que motivamos es la recompensa que es el propio elogio.
"...los elogios crean una presión de “continuar el buen trabajo”, llegando a interponerse en el camino de lograrlo. En parte porque su interés en lo que hacen puede disminuir.  En parte porque ellos se vuelven menos propensos a tomar riesgos – un prerrequisito para la creatividad- una vez que comienzan a pensar sobre cómo hacer que esos comentarios positivos continúen viniendo."

Ahora os cuento mi realidad: me encantaría decir que ya no elogio a mi hijo, pero no, ahora lo elogio y además, lo acompaño de una expresión mal sonante "Muy bien...¡Mierda!", sí amigos, le pongo interés pero se me escapa, aunque cada vez menos. 
Al principio era automático,  luego es porque pensaba en lo fría que era si no le decía nada y eso me hacia sentir culpable. Ahora si consigo contenerme le devuelvo lo que ha hecho y le pregunto si le gusto, le resulto divertido, etc; si no me contengo, solo digo: "Muy bien...¡Mierda!"


No hay comentarios:

Publicar un comentario