jueves, 9 de mayo de 2013

Jugar con la comida



Antes de nacer mi hijo tenía claro los beneficios de la experimentación con la comida y con los utensilios correspondientes (platos, vasos, cucharas...), podía asegurar que lo llevaría a la práctica cada día, de hecho no entendía que otras mamas no dejasen a sus hijos comer solos, o que cuando lo hacían era de forma dirigida y no libre. Pero lo bueno de la maternidad son los bofetones de realidad que te das; al menos sirven para bajarnos a la tierra.


La primera vez que empiezas a dejar a tu hijo frente al plato se le ilumina la cara, empieza el ritual de meter las manos, dejar caer el puré en gotitas, luego observar como cae fuera del plato, pintar con él sobre la mesa, pintarse la cara, dejar caer al suelo, etc. Si lo pensamos fríamente y nos ponemos es su pellejo debe ser una pasada poder hacerlo, un experiencia brutal para el niño y casi terapéutico si lo hiciese un adulto. 
Pero el proceso del adulto es otro, al menos el mío: algo empieza a revolverse en las tripas, una sensación extraña, a veces llega al pecho, dejas de ver la cara de tu hijo y empiezas a pensar en lo cansada que estas y lo mucho que vas a tener que limpiar, por otro lado ves que ese rico puré que le has hecho a tu hijo va acabar en el suelo en vez de en su estomago y ya sabemos cómo nos preocupa el tema de comer a las madres. 
La pregunta es ¿Por qué me pasa esto? Estas situaciones las he vivido como una incongruencia, entre la teoría y lo que me removía la práctica. Toda la vida he escuchado mensajes como "con la comida no se juega", "no ensucies ni te manches cuando comes", "usa bien los cubiertos..." y aunque a muchos nos parecen sin importancia no ha sido hasta ahora cuando he visto como han calado en mí, porque personalmente creo que la dificultad a la hora de llevar a la práctica algo en lo que creo racionalmente es que yo seguramente no he tenido esa libertad y me cuesta renunciar a mi aprendizaje más básico. 
Por suerte, cuando somos madres construimos un nuevo aprendizaje, ahora le doy importancia a los mensajes maternos y paternos en los niños por muy livianos que parezcan y ahora acepto mi malestar ante el juego con la comida, esto me ayuda a respirar y dejar experimentar a mi hijo pero también a no sentirme culpable cuando no lo hago porque se lo puedo explicar desde mí y no desde el bien y el mal.. 

2 comentarios:

  1. Voy a dar mi opinión y me gustaría primero aclarar que lo hago desde el corazón y con mucho respeto.

    Personalmente creo que tu instinto te indica bien. Es mejor que los niños no juegen con la comida por una razón muy simple. Todo crea precedente y lo que se repite con frecuencia se convierte en un hábito.

    Hay cosas que nos han enseñado nuestros abuelos y padres que son muy positivas y sin duda, no jugar con la comida es una de ellas.

    Hay muchas formas de crear un espacio similar de experimentación que puede usarse muchas veces sin necesidad de tener que tirarlo: Bandejas con piedras pequeñas, arena, jugar con agua y muchas más.... Todas son actividades con las que los niños disfrutan igual y no son alimentos que después hay que lanzar irremediablemente.

    Es muy positivo diferenciar la hora de comer de la hora de jugar y experimentar, es una cuestión básica de supervivencia para los niños y para los padres :)

    Un abrazo,

    Claudia Díaz
    www.jugarijugar.com

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  2. Querida Claudia, agradezco y respeto tu opinión. Sin embargo, creo que los niños pueden aprender cuales son los espacios de forma natural con su crecimiento. Cuando me refiero a jugar con la comida(y pido perdon si no se entiende bien) no me refiero a una falta de limites claros en cuanto al espacio; sino que un bebe que empieza con la alimentación complementaria necesita tocar y experimentar aquello que come y creo que además es una necesidad antropológica de supervivencia el tocar, oler...Plantearse con un bebe de apenas un año que experimentar o jugar con la comida sienta precedente, es como no hacer colecho por miedo a que con veinte años siga durmiendo con nosotros. Todo en los niños tiene su momento para ser explicado y entendido. También comentar que no es mi intención desvalorizar las enseñanzas de abuelos y madres, pero creo que es importante cuestionarse de donde nacen y cual es el objetivo de ellas.
    Un abrazo

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